Me
soñó
en una tarde de otoño.
en una tarde de otoño.
Sus
manos
crearon
mi cuerpo
a
imagen y semejanza
de
sus deseos.
Ella
fue mi cielo.
Inventamos
los besos
para
sentir
lo que no es posible
lo que no es posible
decir
con palabras.
Entre
sus brazos
la soñé
la soñé
-esa
forma de adorar
que
tenemos los tímidos
para
no morir de placer-.
Qué dicha
era
inventarla
al
abrir los ojos
o
dejar que mis labios
contaran
sus pecas.
Sé
que yo
también la inventé en otoño,
también la inventé en otoño,
una
eternidad después
de
que ella
me hubiera soñado,
me hubiera soñado,
que
me hubiera creado
una tarde
una tarde
en
que se sintió sola
y
quiso entender
qué era el amor.
qué era el amor.