Uno
debería poder vivir
en su país,
en su ciudad,
en la calle de siempre,
en su hogar,
entre sus libros,
junto a las personas que quiere,
con la mujer que uno sueña.
Uno
debería poder vivir
sin dolor,
sin miedo,
sin afanes,
pero no es así.
Uno
debería poder vivir
en su país,
en su ciudad,
en la calle de siempre,
en su hogar,
entre sus libros,
junto a las personas que quiere,
con la mujer que uno sueña.
Uno
debería poder vivir
sin dolor,
sin miedo,
sin afanes,
pero no es así.
Aunque
no me escribes,
ni me recuerdas
ni me piensas,
al otro lado del olvido,
en ese otro yo que ya no soy,
hay una irremediable
nostalgia de ti.
Ahora que mayo
se cubre de campos floridos,
que la luz alarga el día
y que se despiden
las sombras del frío,
intuyo en la luz de ciertas mañanas
que hay sueños
que aún esperan, que no han dejado de buscarnos.
Llevo en mi corazón
silencios escondidos,
distancias que no acaban,
recuerdos que regresan,
días perdidos en la memoria
y la mirada de una mujer que no acaba de irse.
Y antes de que la nada
se acuerde de mí
quiero decirte
que fuiste mi eternidad,
el cielo al que aspiraba,
mi más cercana desigualdad,
mi otro lado del universo,
la orilla más lejana de mi mar,
el espejo donde mis sueños se miraban,
el paraíso donde comenzó todo.
Decirte al fin
que eres
el único universo que extrañaré
cuando ya no sea nada, ni siquiera recuerdo.
Fue a medianoche
en el verano del 78,
en un bar en la playa,
las estrellas indiferentes en el cielo
se reflejaban en el mar
y un barco mercante
se perdía en el horizonte.
Se oían sueños y risas de jóvenes
hablando con otros sueños.
Al fondo se escuchaba música americana
mientras una pareja se besaba
como si la guerra estuviera
a punto de estallar
y ella frente a mí
hablando con el mundo entero
sin saber
que yo al otro lado de mi timidez,
es decir frente a ella y en silencio,
ya la amaba.
Sueño
que soy sueño
en el sueño de ella.
Que nos encontramos
y nos amamos.
Sé que es un sueño.
Y en ese sueño que vivo,
mientras sueño,
sueño a esa mujer
que vive con otro
y que sueña conmigo.
En el recuerdo
de una calle,
que supo que nos amábamos,
aún rondan nuestras risas.
En el viento
que hoy sopla
en tierras lejanas
queda algo de nuestro amor.
En el sonido de la lluvia
se oyen
nuestros nombres recordándose.
En la noche
que camina lenta
siempre hay una estrella
que habla de los dos.
Y en algún lugar de la memoria del mundo
algo tuyo y mío
sigue esperando por nosotros.
Ella es como un río de emociones
que se convierte
en catarata
al caer al fondo de mí,
allá donde mi corazón
late de amor.
Un río donde navega
esa mujer
que deja mi imaginación sin aliento
y a mis sueños tiritando.
Ella es como un río de deseos
que me invaden
y me poseen,
un río de sueños
que se trepan a las paredes
de mis anhelos.
Ella es como un río que desde el día
en que me sumergí
en su mirada
se burla y enamora
de ese otro que soy por ella.
Ella es como un río de amor
que lleva su alegría
a cada célula de mi vida.
Un río
donde mis sueños
quisieran navegar siempre.
Bonn, viernes 16 de abril de 2021
Era como el universo:
mi día y mi noche,
el principio y el fin,
mi otro yo,
las mejores horas del día,
las noches ardientes,
el verano en pleno otoño,
la primera y última mirada del amor,
la vida en todo momento,
la dulce cura de mis miedos.
Así era ella
en ese instante
en que sucedió toda mi amor.
Al borde del frío,
en medio de un invierno interminable,
me fui de ella,
sin palabras, sin síes,
sin su mirada de arco iris,
sin su risa torrencial.
Más allá
de tantos sueños
tejidos con ella,
comenzaba a nacer
en mí otro amor:
un deseo irremediable por lo imposible,
por la esperanza de al fin ser amado.
Los caminos de esta vida mía
están a oscuras.
Me he perdido
en la larga noche de su ausencia.
Ella ya no me mira
y desando el eco del silencio
en busca de un rayo de luz,
de un instante de ella que me ilumine.
Es mucho el tiempo que he vivido.
He desandado ya tantas historias.
He despertado más de una vez en lugares desconocidos.
He vivido la magia de otros sueños.
He compartido el pan del amor.
He descubierto la generosidad del placer.
He vivido intensamente el instante del deseo,
tanto que el ayer parecía que no fuera a terminar.
La sabiduría de ellas me enseñó otros yos.
Mi boca les dio nombre de besos y de flores.
Mis manos despertaron sus secretos
y de su piel nacieron sueños que nos cambiaron.
Pero nunca fui tan yo
como en el lejano amor de mi primer verano.
Ni nada me deslumbró
tanto como la mirada de ella,
me lo dijo todo sin pronunciar una palabra.
Ni deseé con tanto afán
las pecas que dibujaban su piel,
ni me supe tan amado como en sus ojos.
Es mucho el tiempo y el silencio que han pasado.
¿Sabrá que fue única?
¿Sabrá que desde que me miró
no volví a ser el mismo?
Sabrá que, aún hoy,
ella es el único cielo al que quisiera volver.
Por lo que no dijimos,
por lo que pudo ser,
por aquello que hubo entre ella y yo,
por los sueños que no fueron,
por ese vacío que siento
cuando recuerdo lo que no fue,
aún me pregunto
si ese instante nuestro
acaso se puede llamar amor.
Al abrir
un viejo álbum de fotos,
nuestro ayer me ha saludado
como si no hubieran pasado mil años y olvidos.
Allí está la juventud enamorada de nosotros
protegiéndonos de la realidad.
Tú, bella con dos ojazos
como dos mundos
y yo con la candidez
del que no es consciente de su inocencia.
Tú y yo
amando la vida y el universo
que imaginábamos en el otro.
Tú y yo
felices. Sí, felices.
Recuerdo
las muchas veces que hicimos
el maravilloso viaje de nuestras manos
por nuestros cuerpos
y volví a sentir
como entonces
que al otro lado de tus sueños
estaban aún mis sueños
esperando por una oportunidad
para despertarse una vez más a vivir contigo.
A la una de la tarde,
entre tú y yo
no hay distancia, ni silencio,
sólo amor
que va y viene
con la dicha de las palabras,
que despierta en el eco del deseo que nos nombra
y las alegrías enamoradas de las caricias.
A la una de la tarde,
entre tú y yo
somos el universo entero.
Tú, allá, desde tus sueños,
y yo, acá, desde los míos,
urdimos sin interrupción
el tejido del que esta hecho la vida:
pequeños gestos,
silencios que hablan,
risas que dicen lo que no se puede pronunciar,
palabras y metáforas
en la la distancia
que nos dejan ser el uno en el otro.