Ese otro que hay en mí
lunes, 4 de noviembre de 2019
Te sigo soñando
Ese otro que hay en mí
domingo, 3 de noviembre de 2019
Nos hemos quedado solos
viernes, 28 de junio de 2019
El cuento
De hoy en adelante
te contaré cuentos,
te comeré a cuentos,
y harás de cuenta
que no me tienes en cuenta
porque no estoy en tus cuentas,
aunque los dos sabemos
que nunca te habrá latido
tan rápido el corazón
como hoy
que te echaré el cuento.
miércoles, 26 de junio de 2019
Tú que no eres mi amor
Once de la noche
Ese que fui
Ese que fui
en el lejano verano de Deauville,
el otro que soy y me mira desde la poesía
y el que seré
cuando ya no sea ni siquiera olvido,
nos hemos mirado el uno al otro
en silencio y con nostalgia
y hemos caído en cuenta
de que ya nunca seremos
esos que hubiéramos querido ser.
Caminar es un placer
He caminado hasta el banco para sacar plata. Qué fácil es sacar plata. Gastársela es aún más fácil. El cajero automático está en la Ubierstrasse, a kilómetro y medio del apto. La sucursal la cerraron porque la mayoría hace todo por internet. Menos yo, que vivo cincuenta años atrás. Qué calor. Dios, qué calor. Este clima no es para estar en la ciudad, sino en la piscina o junto al mar.
Menos mal que el Edeka está al otro lado del banco y entro en ese paraíso del consumo con aire acondicionado. Una tregua de aire frío me devuelve a la vida. Es que en el calor no se vive, se sobrevive. No hay vez que no compre más de lo necesario. Así que compro tomates, lechuga, aguacates, cebolla, helados, pan y el periódico. Sí, a mí me encanta el periódico impreso. Aunque leo muchos en internet. El placer de sentarse a leer un buen periódico no me lo quita nadie.
Con la mochila llena me lanzo a desandar las calles hasta la Europastrasse y en lo único que pienso de regreso es que hace demasiado calor, que quiero sentir frío y que extraño Bogotá, esa ciudad a dos mil seiscientos metros de altura en la Cordillera Oriental de los Andes colombianos. Nací para vivir en el frío, no en el calor.
El sábado iré en la bici a la piscina de Rüngsdorf que está a orillas del Rín a unos tres kilómetros del apto. A nadar. Me gusta nadar, pero nado despacio, muy despacio. Nací para disfrutar de la vida, no para cruzarla afanado sin contemplar el mundo entero que es cada instante. Que los afanados hagan veinte piscinas. Yo también las hago, pero a mi ritmo, soñando poemas, mirando a los demás y sonriéndole a las viejitas que me miran(que deben ser más jóvenes que yo). Me río de mí. Que viejo soy. Pero es que yo salgo a la vida para ver a los demás y ojalá que los demás también me vean a mí.
Qué calor hace, qué solazo, qué achajuane, qué cantidad de agua tomo.
Mañana volveré a salir, pues me gusta caminar.
martes, 25 de junio de 2019
Preguntas de amor
lunes, 24 de junio de 2019
El buen amor
Confesión
que le fui infiel
a la soledad.
En secreto
compartí la palabra,
los sueños
y el amor
con otras soledades.
Confieso
que la felicidad me conoce.
Volverte a ver
Sin amor no vivo
La soledad
viernes, 21 de junio de 2019
La orilla silenciosa
No todo fue tuyo
jueves, 20 de junio de 2019
Declaración de amor
lunes, 28 de enero de 2019
Al borde de ese que seré mañana
Acá, yo
con mi pasado al hombro,
a orillas de otra primavera,
en medio de la bruma
de febrero,
adivinando
el difuso horizonte
que se pierde
en los mil grises
del invierno
que no quiere morir.
Acá, yo
con mi soledad de compañera,
haciendo memoria
de los días
que ya no son,
de los nombres
y las risas del ayer,
distante de ese otro
que alguien quizá recuerda
o que tal vez
ya haya olvidado.
Acá, yo
con tanto tiempo caminado,
en medio
de la memoria de la tierra
y el frío
de lo que nunca volverá a ser,
pienso en ese nosotros
que marcó un verano ya lejano,
perdido en la arboleda
de las estaciones.
Acá, yo
al borde de ese que seré mañana,
sé que el ayer
se queda en el pasado
y que amar
no es otra cosa
que buscar siempre
ese otro
sin el cual no seremos nosotros.